RaqueLíquida

El mundo líquido… desde mis zapatos

No son vinos cualquiera: las dos Castillas

El fin de semana pasado fue otra Sesión Vermú de las buenas, con músicos geniales y, además, amantes del vino. Fetén Fetén, el dúo folk del sábado, porque son burgaleses y el ribera les tira un rato. Y el domingo porque los hermanos Martos, con unas manos prodigiosas al violín y el chelo tampoco les hacían ascos al blanco de Uclés que llevé para bañar la Sesión Vermú.

El sábado me hice fan de los Fetén Fetén porque al escucharlos, mis pies no paraban un momento. Además la forma de tocar, el desparpajo… se vivieron momentos intensos en el estudio regados con un vino de Toro, uno de esos valores seguros de la denominación que elabora desde su fundación Estancia Piedra, bodega propietaria de la finca con mayor extensión de viñedo tradicional (viña vieja) de la DO. Antes de probarlo recorrimos, corriendo, el Duero, pasando por Ribera, Rueda, Toro, Arribes y Tierra del Vino de Zamora, pero sin dejarnos tampoco a Cigales, Arlanza o Valtiendas, menos regados por el río pero igual de castellanos.

El vino: Estancia Piedra Etiqueta Roja 2010, Bodegas Estancia Piedra, DO Toro. Escogí este vino porque quería algo representativo de lo castellano pero sin que fuera ninguna de las dos DOs que más suenan: Ribera y Rueda. Y Toro me gusta por su potencial, porque los vinos se pueden tomar con chocolate y están tremendos y porque puede ser que a los escuchantes tampoco les sonara extraño. El vino es un tinto que ni es top, ni es tampoco de chateo, es perfecto para comer, intenso, tánico pero medido, sabroso, goloso pero no pesado. Eso sí, con la ayuda de un pulpo, como decía Sacha, el trago se hace llevadero.

Aquí dejo el podcast.

El domingo le tocó a Bach, al que intentamos equiparar, el pobre, con Castilla- La Mancha, el más grande viñedo del mundo. Eso sí, si Bach es grande por la calidad, La Mancha lo es por la cantidad, así que hay que separar un poco. No obstante, hay vinos alucinantes en La Mancha que no nombré ahí pero que merece la pena descubrir: las bobales de Ponce, por ejemplo, las de Finca Sandoval, las garnachas de Jiménez Landi, el rosado (y la garnacha rebelde) de Arrrayán, los sorprendentes (para bien, muy bien) vinos de Samuel Cano… rebeldías, destellos que hacen que una no pierda la fe en Castilla. Porque es ancha, y hay de todo.
Tampoco nos olvidamos de los Pagos, a veces confusos, pero con algunos ejemplos solventes como Dominio de Valdepusa, Martúe, Carrizal… ni de las cooperativas, que los Guadianeja, por 3 pavos, a veces dan más de una satisfacción que otros vinos no dan ni con 20. En fin, queda bastante por descubrir y os animo a hacerlo, líquidos.

Los Garnati Ensemble tocaron a Bach y hubo momentos muy emotivos cuando hablaron de The Healing Notes y de sus compañeros músicos en guerra (forman parte de vez en cuando de la Orquesta del Diván de Oriente y Occidente que creó Daniel Barenboim y tienen amigos entre la gente de Gaza e Israel)… pero ¿Qué nos bebimos?

El vino: Oveja Blanca 2013, Moscatel Seco, Bodegas Fontana. Sin DO. Una novedad novedosísima y una muestra del vuelco que está pegando Fontana. Me lo encontré por sorpresa cuando llamé a la bodega pidiendo uno de sus vinos, porque Fontana es una bodega que se deja ver y que tiene cosas muy interesantes, aparte de que entre la familia fundadora, los Cantarero, se gestó la DO Uclés, enana, de 2.000 hectáreas y todavía en proceso de definición (vinícolamente hablando)

Bueno pues la Ovejita cumplió su papel refrescante, seductora y aromática en nariz, en boca fresca, sencilla, sin complicaciones. Hay otra Oveja, la negra, de graciano, esperando su momento de balar…

Ahí va el podcast para quien guste de lo grande de Bach…

 Salud, amor… y vino.

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