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No son vinos cualquiera: Madrid y vinos del sureste

La semana pasada me tomé unos días de «servicios mínimos» y no subí nada al blog, así que hoy cuelgo los podcasts de las «Sesión Vermú» de los días 9 y 10 de agosto, con vinos del sureste español, monastreles, bobales y fondillones, y vinos de Madrid.

El sábado tocó Madrid y su historia vinícola, que tiene para rato, sus subzonas y lo que es para mí la vanguardia, la zona oeste-norte, la que linda con Gredos, donde bodegas como Bernabeleva, Marañones, Viñedos de San Martín y Comando G están haciendo vinos muy elegantes con la uva estrella de la zona, la garnacha. Ah, y los blancos de albillo, una uva que recuerdo de mi infancia por un señor que la llevaba desde los pueblos de al lado del mío (Robledo de Chavela) en burro e iba gritando ¡albillo! por la calle. Vamos, que para mí era una uva de mesa, de comer, hasta que la descubrí en forma de vino en una feria. Ah, tampoco me olvido del trabajo que hace Celia con la cooperativa de San Martín y sus, para mí, dignos Don Álvaro de Luna. Al piano, Rosa Torres Pardo (compartimos apellido, pero no parentesco) puso la armonía musical.

El vino: El Hombre Bala 2012, Bodegas Comando G, Cadalso de los Vidrios. Totalmente garnacha, quiere ser un vino de pueblo de inspiración borgoñona. Fruto de la creencia de sus autores, Daniel Jiménez-Landi y Fernando García, en la grandeza de esta zona como una de las revelaciones vinícolas del país. Para mí, no van descaminados. Este Hombre Bala es el que más me gusta de los que he probado, aunque otros de sus vinos, como La Mujer Cañón, de esta añada, también me han parecido elegantes, expresivos y muy auténticos. El Hombre Bala me recordó a mi pueblo, y por eso lo escogí para el programa.

Ahí va el podcast:

 

Aquí está el podcast de la combinación entre los vinos del sureste, Valencia y Murcia y la zona oriental de La Mancha (falta siempre tiempo para nombrarlos a todos) y el magnífico Mestizaje que acompañó las notas poperas y con toque country de The Bantastic Fand (por cierto, murcianos algunos, de Cartagena). También pasé de puntillas por los fondillones, esas joyas que se han rescatado del olvido, y me acordé de nombrar los moscateles de la Marina Alta y a la novedad de la región de Utiel, la merseguera, con la que se están empezando a hacer cosas interesantes, según me cuenta Toni Sarrión.

El vino: Mestizaje 2012, Bodega Mustiguillo, Sin DO, Utiel (Valencia). Elaborado con un 70% de bobal, es una de las muestras del trabajo de Sarrión con esta uva y su esfuerzo por dignificarla. Además, lo mejor es que es un vino fácil, muy bebible, maduro y goloso, sabroso, que creo que puede gustar a cualquiera aunque no sepa qué es eso de bobal. Otro puntazo es su precio, unos nueve euros en tienda. Para tomar nota.

Y el podcast, que no se me olvida

Salud 😉 y buen vino, claro

Vinos que me gustan: Els Escurçons 2010

Aunque no suele gustarme poner marcas de vinos, de vez en cuando me da por ahí. Hace unas semanas estuve en el Priorat por trabajo y tuve una experiencia “viajera” con un vino, porque, aunque estaba allí mismo, en su tierra, bebiéndolo, me trasladaba, como el ratatouille hacía con el crítico gastronómico en la peli de dibujos, hasta el paisaje de donde provenía. Ese vino se llama Els Escurçons.

El nombre, que significa “los escorpiones”, es el de la finca donde crecen las cepas de garnacha de las que se elabora este vino. Pero voy a pasar de datos técnicos y solo diré eso, que me gustó tanto que me sentí trasladada al paisaje del Priorat. Literalmente, bebí paisaje. En ese momento y cuando lo he vuelto a probar en Madrid, Els Escurçons me llevó de viaje, y eso es algo que una no encuentra siempre en un vino. Por eso mola tanto. Estaba acompañada de un profesor americano y nuestras miradas al probarlo lo decían también: ese vino habla de paisaje. Paisaje, terreno, sinceridad… no perfección, sino honradez.

Esta foto es un paisaje del Priorat cualquiera... no es la finca "Els Escurçons" pero el vino me hacía viajar hasta aquí a cada sorbo.

Esta foto es un paisaje del Priorat cualquiera… no es la finca «Els Escurçons» pero el vino me hacía viajar hasta aquí a cada sorbo.

Aunque no es barato (pasa un pelín de los 40 euros) y la situación económica no está como para permitirse un vino así todas las semanas, ni todos los meses, Els Escurçons es, para mí, un vino que habría que probar al menos una vez. Y dejarse llevar de viaje por él.

Cuando terminé de beberlo (esas flores, esa frescura, esa potencia, aaaaah) solo le pude decir a su autora, Sara Pérez (Mas Martinet), un sincero “Gracias, Sara”.

Amigos de Oro

Soy anticoncursos, medallas, puntos… me parecen cansinos, pero no puedo negar que muchas veces hacen la decisión de compra más fácil. Si dos vinos aparentemente son iguales y cuestan lo mismo, ¿no cogeríais vosotros el de la medalla? eso sí, hablo de aficionados, no de vinogeeks.

Pues bien, sin dar más explicaciones, hoy estoy feliz como una perdiz porque mis amigos Carlos y Rodrigo me acaban de decir que les han dado un oro en el concurso Garnachas al Mundo, en Perpiñán. Es la primera vez que se hace un concurso que valore vinos de garnachas de diferentes partes del mundo, así que imagino que la competencia era dura. Pero ellos se han creído siempre a su garnacha, que se llama Cifras, y han logrado el reconocimiento de la crítica. Yo (qué voy a decir) adoro Cifras, un vino al que he visto casi nacer, cuando era una garnacha con aromas increíbles que apenas se dejaba beber sin pelo en el pecho, hasta que se ha convertido en un vino auténtico, honrado y que te dice que es de Rioja Alavesa cuando lo bebes. Olé por ellos, y aun a riesgo de desvelar debilidades siendo plumilla, aquí, en mi blog, en mi espacio, no voy a negar que me alegro y les felicito. Recuerdo hace muchos años, casi cuando conocí a Carlos durante una entrevista, que ellos estaban en el vino para triunfar, y que medallas de bronce o plata, segundos puestos, eran más para ocultar que para lucir.

Esta vez, su Cifras se ha considerado de Oro, y me imagino ahora las sonrisas de los dos hermanos al ver reconocido su trabajo, su esfuerzo y aquello que han dejado atrás para conseguir su sueño. Y yo también sonrío.

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