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No son vinos cualquiera: Baleares y Txacoli

El fin de semana pasado Sesión Vermú fue un recorrido por los vinos de Baleares el sábado y unas pinceladas por el Txacoli el domingo. Los primeros, un mosaico de elaboraciones y una convivencia en paz entre uvas autóctonas, callet, manto negro, premsal… con uvas importadas y que dan buenos resultados en las islas como la chardonnay o la cabernet sauvignon. Los segundos, unos vinos ligeros y de chateo que últimamente (y al decir últimamente quiero decir de diez o quince años para acá) se están poniendo serios y ganando en entidad gracias al trabajo de elaboradores en las tres zonas, con Itsasmendi a la cabeza.

Os dejo el extracto de la sesión vermú del sábado aquí, junto con el vino que se cató en antena:

 

El vino: Miquel Gelabert Gran Vinya Son Caules 2006, DO Pla i Llevant, Bodegas Miquel Gelabert. Callet de viñas viejas y otras variedades en pequeña proporción. Elegante, concentrado e intenso, interesantísimo ejemplo de cómo la callet puede ser elegante sin renunciar a su carácter algo salvaje. Entre bambalinas, a los miembros de The Barembar Quartet y a Yago Mahúgo les encantó cuando lo probamos una vez terminado el programa.

El domingo le tocó al Txacoli y sus tres denominaciones de origen, defendimos, con la ayuda de Josechu Obregón que se entregó a la causa como buen bilbaíno, estos vinos, dignos de conocer, de que tengan también su atención porque hay blancos (todavía los tintos tienen que demostrarlo) muy pero que muy interesantes y a los que se acusa de ser «vino blanco» pero no txacoli.

Aquí está el podcast para quien quiera escucharlo:

 

El vino: Itsasmendi 7 2012, DO Bizkaiko Txacolina, Bodega ItsasmendiHondarrabi Zuri y en torno a un 20% de riesling. Vino con una entidad más allá del txacoli tradicional, perfecto para acompañar comidas, herbáceo, fresco, una acidez que le da una vivacidad muy agradable y que asegura su pervivencia unos años más en la botella, creciendo y llegando a esas notas de petróleo y una complejidad mayor de la que tiene ahora. Pero ahora está perfecto para disfrutar de su presencia en la boca, cremoso sin dejar de ser fresco. Un ejemplo de que el txacoli puede perdurar, algo en lo que se empeñó Garikoitz (el propietario del a bodega) hace tiempo y con lo que ahora otras bodegas están comulgando, como Upaingoa, en Getaria, por ejemplo.

Que disfrutéis de la semana, ya estoy preparando los guiones para la siguiente Sesión Vermú.

Con palabras, con pasión

Aunque me encanta charlar, esta vez no voy a ser yo la que más hable, sino que voy a dejar hablar a la gente del vino.

En este caso a Garikoitz, el director técnico (cómo suena eso, la verdad es que es quien marca las pautas del vino, decide cuándo y cómo se vendimia…) de Itsasmendi, una bodega de Gernika que hace txacoli. No un txacoli cualquiera, para mí uno de los grandes. Es tan especial, que recuerdo, cuando lo conocí hace años, que decían de Itsasmendi que «no hacían txacoli, que hacían vino blanco» (el txacoli del siglo XXI es muy eso, precisamente, un vino blanco que busca su sitio entre el resto de grandes blancos españoles).

Bueno, que me enrollo. Hace un par de días Gari me envió un par de fotos del viñedo que no puedo dejar de compartir aquí, y unas palabritas que también quiero que leáis, me parece que expresan muy bien la pasión por su trabajo de este hombre, y cómo entiende los vinos y el viñedo.

Aquí estamos ahora de vendimia, vaya año más raro… Hay una variabilidad en las maduraciones que me rompe los esquemas de otros años. Estoy todo el día recorriendo viñedos para determinar el momento de vendimia de cada parcela. Estoy volviendo loco a todo el personal…

Pero pienso que va a ver cositas curiosas este año. Ayer pasé por dos parcelas preciosas con el racimo y grano pequeñísimos y aunque con poquita cantidad de uva me dio una impresión buenísima (seguramente sería sugestionado por el precioso día que hacía). Te envío una foto para darte un poco envidia, aunque habrías sufrido con los tacones que llevas en la foto del blog.

¿No es entrañable? Me encanta cuando esta gente del vino comparte inquietudes conmigo, me mola que Gari me escriba para contarme esto. Cuando le pedí permiso para compartir las fotos que tomó en el viñedo, contestó:

“Cuando tengamos conciencia que las cosas buenas son las que hay que compartir daremos un pasito hacia delante en esta sociedad caótica.”

Esta es una de las vistas del viñedo de Itsasmendi. ¿A que apetece llevarse el mantel de cuadros y sentarse a merendar en los bancos de la izquierda?

Esta es una de las vistas del viñedo de Itsasmendi. ¿A que apetece llevarse el mantel de cuadros y sentarse a merendar en los bancos de la izquierda?

Así estaban las uvas de Itsasmendi hace un par de días

Así estaban las uvas de Itsasmendi hace un par de días

No digo más. Que disfrutéis del puente.

¡Indignaos!… Si os sirven mal el vino o el cóctel

Estos días he estado preparando un reportaje que saldrá en breve en la revista PlanetAVino (para muy aficionados al vino, que se puede comprar por Internet) y mientras lo hacía y buscaba documentación por La Red he encontrado las razones para escribir el post de hoy: la gente, cuando le sirven mal el vino o le ponen mal un cóctel, no suele protestar. Pues bien, cual sindicato del líquido, desde aquí os convoco: protestad, no os calléis, si el servicio en un bar o restaurante es deficiente.

Puede pasar que a muchos de vosotros no se os ocurra devolver un vino cuando este tiene algún defecto difícil de detectar para un bebedor no entendido. Normal, la duda os inundará y os preguntaréis si, simplemente, el vino elegido es un error. Pero de oler brettanomyces (palabro que cuelo a propósito para asustar) a devolver un vino al que le falta temperatura, por ejemplo, hay un tramo. Y para esto último no hace falta entender mucho de vino, sino simplemente querer que a uno le sirvan como Dios manda.

Vaso de tubo, un invento del infierno

Con el cóctel y los combinados pasa igual, aunque se ve menos. Pero un pecado habitual y que desde aquí reivindico que muera es el del dichoso e imposible vaso de tubo, infame instrumento que no sirve para nada y que, sin embargo, prolifera en un montón de barras de bar. Digo yo, ¿tan difícil es comprar un recipiente distinto? Ahora que está tan de moda el Gin&Tonic por favor, ¡protestad si os lo sirven en horribles tubos en los que, a poco que uno tenga la nariz grande (me encanta en los hombres) el desafortunado usuario ve alejarse su líquido mientras la napia solamente le alcanza hasta el hielo! Para esto, de nuevo, no hace falta entender, sino beber. Y protestad también cuando os sirvan las copas calientes. Lo ideal sería que tanto el destilado como el refresco de turno procedieran de la nevera pero perdonaremos, de momento, que los primeros estén a mano del camarero porque en algunos refrigeradores de bares sencillos «no hay sitio p’a tanta gente”. Pero el refresco, frío, que se agua si no el combinado.

Si se trata de un cóctel, cuidado con dónde lo tomáis porque no es lo mismo un profesional de esto, que tiene un nombre essstupendo, el de Bartender, que un camarero cualquiera que le da al grifo del mojito preparado sobre hielo “pilé” (que me gusta esa palabreja gala, oiga). Si veis que los mojitos son demasiado baratos, haceos a la idea de lo que os van a servir y aceptad que eso es lo que hay por ese precio. Pero si os cobran eso mismo a precio de cóctel de Gotarda, ¡protestad! O dejad de ir al sitio, que es otra solución.

Voy a enumerar algunos motivos de protesta para convocaros a cada uno a indignarse dignamente ante un camarero, mâitre o cualquier otro personal de hostelería que os sirva:

–          El vino está caliente: indignaos porque la temperatura de un vino no es la de la calle en mayo, por más tinto que sea. Y que os lo enfríen con una hielera que mezcle hielos y agua. O que os traigan un refresco, pero ese caldo, de vuelta a casa.

–          El vino huele raro: a humedad, a bayeta o agua sucia, a vino generoso (del que tienen las abuelas para la merienda) siendo un tinto del año… si el vino huele raro, aunque no sepáis identificar exactamente la razón, pedid otro o cambiaos de bar, pero no aceptéis el fraude. Y menos si la copa cuesta un riñón (que cuatro eurazos son cuatro eurazos).

–          La copa de vino… es un vaso: lo siento, pero no. El vino, aunque sea Txacoli, en copa, por favor. SIEMPRE.

–          El precio del vino es como pagar oro: cuidado con esto. Lo ideal si se desconoce el vino es esperar a conocerlo, o mirar otras referencias para contrastar. Más de tres o cuatro euros, pagadlos solo si sabéis con certeza que el vino y el servicio lo merecen.

–          El rosado tiene más años que tú: se sabe porque de rosado solo le queda el nombre y su color es monísimo para una tapicería de sofá. Indignaos.

–          El blanco fue blanco algún día: por lo mismo, lleva ni se sabe en a saber qué estantería. O puede pasar que pidáis un Rueda y os miren como si estuvieran viendo a Michael Jackson.

–          Pedís una Manzanilla y os preguntan: “¿la infusión?”. Fuera de ahí, sin indignarse ni nada. Simplemente HUÍD.

Bueno, estos son algunos de los motivos, pero os invito a participar y comentar más casos en los que no os hayáis quejado, o sí. Porque solo así meteremos caña a esos servicios nefastos que solo perjudican al consumidor… y a su propio sector. Indignaos ante ellos y protestad, que ahora es tiempo de cabreos y el ambiente propicio.

Este blanco, por ejemplo, está estupendamente servido. Y bien pagado, también sea dicho.

Este blanco, por ejemplo, está estupendamente servido. Y bien pagado, también sea dicho.

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